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martes, 25 de septiembre de 2012

Por ti


-No lo hagas, por favor- Sus ojos suplicaban.
-Tengo que hacerlo, por ti, por mí, por él. Por el mundo. Yo no soy importante en esto, pero tú sí.
-Lo siento, no debí  hacerlo- Sus ojos estaban lagrimosos pero el rostro de ella seguía indescifrable, con la mirada perdida.
-Eso no cambia nada- Su voz sonaba indiferente, como si ya nada le importase.
Entonces él la besó, con mucha dulzura, intentando transmitirle todo lo que sentía, buscando el calor de la chica de la que se había enamorado. Y ella se dejo besar. Él le cogió la cara entre sus manos y le apartó un mechón de la cara. Al separarse, ella sonreía.
-Te quiero- Dijo, y esta vez su voz no sonó distante. Él sonrió aliviado. Le cogió la mano y tiró de ella- Pero aún así, voy a hacerlo.
El chico se puso serio y la miró a los ojos. Todos los sentimientos que parecían transmitirle los ojos de ella normalmente, parecían haber desaparecido. Por un momento sintió como si no la conociera, como si todo aquel tiempo no hubiera sucedido, como si fuera la primera vez que la veía. Todas las cosas que le habían enamorado en ella, no estaban. Pero él sabía que ella seguía allí, ahogada en un mar demasiado grande, sin saber hacia donde nadar, hundiéndose cada vez más. Necesitaba ayuda y él quería ser su salvavidas, pero no siempre podemos conseguir lo que queremos y aquella tarde de principios de verano, en aquella pequeña ciudad valenciana, un hombre vio a como el amor de su vida se quitaba la vida y juró que iba a encargarse personalmente de acabar lo que ella había empezado. Porque ella no iba a morir para nada, tenía un buen motivo, y él debía averiguarlo. Lo haría, dedicaría su vida a vengar la muerte de su amada.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Infancia, pasado.


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El pasado se ha ido. Así que no gastes tus fuerzas en intentar que vuelva, no lo hará.
Infancia. Tan bonita, tan deseada, tan atrás ya.
Recuerdos. Recuerdos buenos, recuerdos malos. Recuerdos tuyos, recuerdos míos. Nuestros. Pero solo recuerdos.


Recuerdo cuando mi padre venía cada noche y me decía “Buenas noches, bonita”. Recuerdos cuando mi madre intentaba leerme un cuento, y al final se lo acababa leyendo yo. Recuerdo como se quedaba dormida y yo le reñía.
Recuerdo cuando me despertaba a las tres de la mañana, porque había tenido pesadillas, e iba a la habitación de mi madre. Recuerdo como ella me abrazaba y me dejaba dormir allí.
Recuerdo las noches esperando a que el ratoncito Pérez, con un ojo abierto. Pero al final, siempre me dormía.
Recuerdo los seis de enero por la mañana, en los que apretaba los ojos con fuerza para dormirme un poco más, por si acaso los Reyes Magos todavía no habían llegado.
Recuerdo las tardes vistiendo a mis muñecas, como las disfrazaba de chicos. Las tardes tomando el té con mi nenuco.
También recuerdos cuando entraba en el parque y acababa jugando con cualquiera, cuando todos eran mis amigos y mi lista de invitados a mi cumple era gigante.
Cuando los problemas no existían, cuando todo era un juego.
Recuerdo cuando mi madre entraba de repente en mi habitación, me abrazaba por detrás y me llenaba de besos. Cuando le pedía ayuda con los deberes, y ella no tenía ni idea.
Recuerdo, los jueves por la noche, cuando mi padre me ayudaba con “el problema de la semana” y aunque supiera hacerlo yo sola, siempre le pedía ayuda.
Tengo tantos recuerdos de mi infancia que quiero que vuelvan… Sin embargo, mi infancia no era un camino de rosas.
Recuerdos cuando mis amigas jugaban a quien querían más y a mí me decían de última, cuando me ponían motes absurdos y nadie quería jugar conmigo.
 Cuando decían que tenía pulgas. Cuando mis amigas se escapaban de mí. Cuando pasaban recreos enteros riéndose de mí.
 Recuerdo las excursiones, en las que nunca tenía pareja.
Recuerdo, las veces que defendí a las personas que hablaban de mí a mis espaldas. Las que solo me querían por interés.
 Las que decían que eran las más guapas, y que yo estaba gorda. Las que me amenazaban con contar mis secretos a todo si no hacía lo que querían.
Recuerdo cosas que preferiría olvidar. Pero sé que se quedarán ahí, porque forman parte de mi infancia.

Fix a heart.


Lo único que quiero es lo mejor para ti. Aunque para eso yo tenga que morir.


¿Crees que puedes curar un corazón sólo con vendas y un poco de agua oxigenada? Te equivocas.
Simplemente, no puedes arreglarlo.
Después de hacer daño, de herir sentimientos, de hacer llorar; ¿pretendes arreglarlo? ¿Sólo con un par de trozos de tela y un líquido que lo único que hace es llorar más?
No, amor, te equivocas.
Este corazón roto, no volverá a ser el de antes. Se ha cortado. Se ha roto en pedazos. Y ahora ya no puede estar igual.

El amor, es algo que se siente. Y cuando dejas de hacerlo, duele. Te rompe los esquemas. Las ideas. Los planes sobre no caer en él. Pero, cuando estás metido en esa secta, lo sientes.
Sientes que ya nada será igual a partir de ahí.
Piensas: 'Cómo me suelte, no sé que haré con mi vida.'
Y tú, me soltaste. Me dejaste ahí, tirada. Cómo si se tratara de algo de segunda mano sin importancia para ti.
¿Y qué hice yo?
Autolesionarme. Más de lo que ya hacía.
Pensaba en que era una desgraciada, en que no te merecía, porque eras mejor que yo. Mucho mejor. Después de lo que me hiciste, yo seguía pensando que eras jodidamente perfecto.
Corte mi piel con una cuchilla de afeitar. Observe cómo sangraba sin ningún pudor. Y reía. Reía diciendo que era lo que merecía.
Dolor.
Y todo eso, ¿sabes por qué?
Por tu culpa.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Sara Blanco


A mí me gusta que las cosas surjan, que fluya la improvisación por todos los poros del cuerpo, deja que te mire, y que no sepa cómo escaparme del mundo. Prefiero no decírtelo y hacértelo. Prefiero ponerte que vestirte. A mí no me preguntes sobre mis intenciones cuando hablamos de tu cuerpo. Y no me culpes de que las cosas se nos vayan de las manos, cuando lo único que quiero es que lleguemos a las manos. Y perdona por la redundancia, pero no puedo pensar en otra cosa que no sea besarte. La culpa es de tus labios que no paran de mirarme. Solo quiero que hagamos de esto lo mejor que haya visto nadie.

Perdóname si no sé quererte a medias la culpa no es de una cuando solo enamoras. Y lo sé, vamos a acabar con más códigos que la policía secreta. Pero de protocolos y de normas dejé de entender hace tiempo. Nadie tiene el derecho a enamorarse si no está dispuesto a romper cada uno de sus yo jamás en la vida. Y yo jamás en la vida pensé que me engañarían tanto, como para creer en que siempre podría tener un bonito significado.


miércoles, 12 de septiembre de 2012



Vivimos en una sociedad donde el romanticismo no existe, donde los pintalabios son más importantes que las personas, donde el dinero es lo único que importa. Y donde todos somos egoístas. Todos.
Aquí, hay tres tipos de personas.
Están las chonis y putas, las que todos conocemos.
Después están las personas que se quejan de esta sociedad, que van de buenas, y en realidad, son como las anteriores, las falsas.
Y después hay un pequeño grupo de personas que vivimos soportando cada día como el primer grupo nos discrimina, se burla de nosotros. El grupo de los que aguantamos la sociedad, esperando que algún día podamos ser felices, sabiendo que en realidad, nuestro destino es vivir eternamente así.
El primer grupo es la sociedad en sí, son los culpables de que vivamos así. Y son los más numerosos. Seguro que el noventa por ciento de tu clase es de este grupo.
El segundo grupo es el que más daño hace. Son los que te hacen pensar que son como tú, los que te hacen sentir la mejor persona del mundo, los que te dan esperanzas de vida y luego, te muestran su verdadera personalidad. Sí, como podréis adivinar, he sido víctima del segundo grupo. Y del primero, también.
El tercer grupo es el más pequeño y más difícil de diferenciar. Gran parte de nosotros, somos unos pesimistas, que hemos sufrido demasiado y tenemos miedo a volverlo a hacer. Somos una panda de cobardes, con miedo a vivir. Unos soñadores.
Aunque en el tercer grupo también hay unos cuantos, un uno por ciento, que siguen luchando. Que creen que es posible un mundo feliz. Que son optimistas.
Pero al final, todos los grupos somos igual de malos. Sí, el tercero también. Porque como he dicho al principio, somos egoístas. Yo lo soy, y tú también.
¿Acaso me niegas que muchas veces pasas el día pensando en lo triste que es tu vida? Pues eso ya es egoísmo, al fin y al cabo,  solo has estado pensado en ti ¿Acaso me vas a decir que cuando decías que tu vida no valía la pena, te paraste a pensar en la de los niños que no tienen nada que comer? Podrás decirme que has ayudado a mucha gente, que eres humilde y bla bla bla. ¿Has ayudado? AJAJAJAJA Que risa. Habrás ayudado a tus amigos,  pero ¿te has parado a pensar en por qué lo haces? Lo haces para que vuelva a estar bien y poder seguir haciendo el loco, por lo tanto, lo haces por ti. Egoísmo otra vez.  Vale, puedes haber ayudado a algún amigo, porque realmente te dolía a ti que el estuviese mal ¿Pero no es eso lo mismo de antes? Le ayudas para estar bien tú.
No me niegues que has preguntado “¿Qué tal?” sin importarte una mierda como esté el otro, solo para que te preguntaran “¿Y tú?” y decir mal, para que te animen. Egoísmo everywhere. Porque como dice mi profesora de religión,  lo bueno no está en ayudar a tus amigos, sino en ayudar a tus enemigos. Y esto no significa que tengas que ir a consolar al guay que se mete contigo en clase. Significa que generosidad , está en ayudar a la gente que no significa nada para ti. Así que, desde ahora, cuando veas a una chiquilla llorando en un banco del parque, cuando veas a una adolescente perdida llorando en el baño, no huyas, acércate a ella y dile “Todo va a estar bien” y abrázala. Quién sabe, quizá esa chica, acabe siendo importante para ti, quizá acabe siendo la que te de fuerzas para seguir.
Puedo decir que hay personas que realmente ayudan a gente que no significa nada para ellos, al fin y al cabo, las personas más importantes de mi vida, aparecieron así. Y creo que, aunque empecé siendo una chiquilla llorica y cobarde, a la que solo animaban, he conseguido, con el tiempo, adentrarme un poco en sus corazones. Así que, no te cierres puertas, todo es posible.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Imagina, sueña, odia la sociedad

Quiero presentaros a la bella Fantasía.
Fantasía era una joven de pelo coto y sueños grandes. Fantasía era amiga de todos los niños del mundo. Ellos la adoraban. Crecían con ella, vivían con ella. Según iban creciendo, se alejaban más de ella, pero siempre le presentaban a sus hijos.
Las niñas jugaban con ella a imaginarse príncipes subidos a caballos. Fantasía era cada vez más popular.
Pero cierto día, estos niños también crecieron, los problemas en el mundo aumentaban, y los adultos, olvidaron presentar a Fantasía a sus hijos.
Fantasía fue excluída por todos los niños, Fantasía fue víctima de la cruel sociedad. Los niños ya no la necesitaban. Ya no querían soñar, tan solo querían comprar, comprar y crecer.
La dulce Fantasía, se volvió puta. Su vestido de flores fue arrojado a las llamas y sustituido por otro, demasiado corto para su edad.
Nuestra protagonista caminaba por La Rambla con sus tacones altos, sus labios rojos y su pitillo. Pero también con sus amargas lágrimas y sus muñecas cortadas.
Poco a poco, se volvió débil y se fue extinguiendo. Hasta que la fantasía se acabó. Nuestra horrible sociedad acabó con ella.
Por suerte, no todo ella murió. La pequeña Fantasía todavía vive en el fondo de nuestros corazones. Espera pacientemente, a que alguien se acuerde de ella.
Tú, pequeña, ayúdanos a sacar a flote a Fantasía, ayúdanos a revivirla, sacándola de tu interior. Lucha por tus sueños, fantasea con los libros, con la música, siente los sentimientos. Poco a poco, demostraremos a esta sociedad,  que nuestra fantasía está por encima de ellos. 

sábado, 8 de septiembre de 2012

Me pone(s nerviosa).

Tú respiración, marca mi compás.
Tú boca, sobre mi boca.
Respiraciones acompasadas, al mismo tiempo. Sin dejar espacio entre medias. Las dos a la vez.
El agua cae por encima. Está fría, pero el ambiente es caliente.
Mi boca en tu cuello está nerviosa. No sabe a donde dirigirse. Así que decide dejarse llevar.
No piensa nada, simplemente, lo hace.
Y siente que hace lo correcto, por cómo tú estás.
Nervioso, excitado.
Simplemente, caliente, como el ambiente que nos rodea.
Y sigo. Sigo besándote, cada vez con más ganas. Porque, sí.
Tengo que reconocerlo.
Me gustaría estar así toda la vida. Debajo de una ducha, nuestra ducha. Los dos, simplemente.
Entonces tu bajas la cabeza, y comienzas a hacer un recorrido por mi tripa. 
Me pones nerviosa. 
O quizás, simplemente me pones. ¿Quién sabe? 
Deberías de empezar a buscarme las cosquillas, para que te lo dijera.
Pero si no espabilas un poco, nunca lo sabrás.
Porque esas dos palabras. Esa expresión. Ese 'Me pones.' nunca saldrá de mi boca si no me obligas tú.
Así que, empieza a ponerme nerviosa.